Cristiano Ronaldo y su tormentoso pasado

Nada más pisar el césped de Old Trafford, Cristiano Ronaldo bajó la cabeza, quizás para evitar con la vista las saudades que emanaban de la grada. El speaker tuvo el detalle de dejar al portugués en el último lugar del listado de nombres de los jugadores del Real Madrid en los prolegómenos del partido. «Welcome back, Cristiano Ronaldo!», exclamó en un torrente de voz. Y los hinchas del United respondieron en pie con una ovación ensordecedora. El jugador no pudo evitar una muesca de emoción y se llevó la mano al pecho en señal de agradecimiento.


Los gestos de pleitesía duraron apenas segundos. El mismo tiempo que necesitó Ronaldo para tocar su primer balón pegado a la banda. Los aplausos abrieron hueco a una pitada sonora, como mandan los cánones del fútbol. La escena recordó al recibimiento que tuvo en su regreso a casa otro ilustre 7, David Beckham, cuando salió como sustituto en marzo de 2010 vistiendo los colores del Milan. Su presencia estelar se vio empañada por una noche humillante para los rossoneros que acabó con un 4-0 a favor del United.

Para su consuelo, los aficionados del United no volvieron a dirigirle pitadas, tan apáticos como su escasa intervención en el juego en la primera parte. Apenas un murmullo de recochineo cuando el jugador luso mandó fuera un tiro de falta en los primeros compases del encuentro. Al margen de esas dos acciones, Ronaldo apenas vio el balón durante media hora en un planteamiento muy táctico por parte de los de Ferguson, que sembraron de piedras el sendero de los merengues hacia su joya lusa. El milenario Giggs vigiló de lejos los movimientos de su ex compañero y fue a socorrer al joven Rafael por la banda derecha.

Su primera acción tras ese trance desesperante quedó en una carrera alocada desde la izquierda hasta la frontal del área. Descargó toda la rabia sobre el balón, que acabó chocando contra el cuerpo de Vidic. Instantes después se plantó sólo ante la portería descolgado en el área, otra vez sin éxito. Al filo del descanso, mandó otro disparo desde la frontal por encima del larguero. Pero la historia cambió en la segunda parte cuando el Madrid pudo descorchar la botella a expensas de la polémica expulsión de Nani. Ronaldo finalmente protagonizó una de sus llegadas al área pequeña con un gol que desequilibró el marcador a favor de los merengues. No lo celebró, como se había propuesto, y levantó las manos en señal de perdón, escondido detrás de la portería con gesto avergonzado. Sus compañeros cortaron de forma brusca su aparente luto para abalanzarse sobre él, conscientes de que ese tanto abría las puertas a la ansiada continuidad del Madrid.

Pudo marcar un segundo tanto casi al final del partido, cuando envió desde un ángulo muy cerrado un balón que De Gea supo intuir y sacó por encima de la escuadra. «He tenido sentimientos extraños, supongo que me pasará lo mismo con el Madrid si me voy algún día», reconoció el delantero, en una velada saturada de emociones. «Fue un día especial. Tengo tristeza por el Manchester, pero por dentro estoy feliz porque yo quiero ganar y que el Madrid llegue a la final de la Champions», comentó Cristiano en una de las noches de su vida, donde incluso sin ofrecer su mejor versión fue capaz de anotar el gol de la victoria y la clasificación.

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