Claudia Schiffer la mujer perfecta

La famosa Claudia Schiffer, musa de postrimerías y virgen, con sus vacaciones y desnudos en Mallorca, nos ha dado una serena lección a estos latinos levantiscos y saltatumbas que somos: ella no es apoteósica, supergrandiosa, orgiástica de cuerpo, sino mucho más que eso: sencillamente, correcta.

Como la Bien Plantada de Xenius, como Teresa, Claudia Schiffer es el ideal, el modelo y la norma, no por más plus que las demás, sino ponla corrección de sus medidas. Y la corrección no es sino la dimensión doméstica de la perfección. Claudia Schiffer es perfecta. (Ovidio lo ha visto bien en ABC).


Pero esto no es sólo lección para los desatentados que saltan el muro de la virgen, en Mallorca, por pisar su jardín intacto. También lo ve uno, por deformación profesional, como ejemplo de príncipes no demasiado maquiavélicos. Así Felipe González. González ha querido ser la Claudia Schiffer de la política y el agio europeos. Ante el gentío nacional aparece como el macrohombre que va a proyectarnos a todos hacia el futuro atómico y el liderazgo español de Europa. No le pedimos tanto, señor González, no le pedimos que sea Jane Mansfield o la excesiva Marilyn(que los excesos pasan pronto), sino que dé, sencillamente, las medidas correctas, como Claudia Schiffer, lo cual, ya digo, es aproximarse mucho a la perfección. Si por algo ha pecado González es por exceso. 

Lo quiere todo para España (y para él y su estrellato), pero nos bastaría con que quisiese una gasolina más barata. En la campaña y la precampaña de junio difundió el eslogan de que la derecha, si ganaba, iba a quitarles dinero a los viejos, los jubilatas y los parados. Es lo que está haciendo su Gobierno en estos momentos. Así como hay paparazzis y sensacionalistas que exageran las medidas de Claudia Schiffer, para que sea «más noticia», hay periódicos, radios, televisiones, intelectuales, gacetilleros ilustres, columnistas egregios, que exageran las medidas torácicas de Felipe González, creando la leyenda fácil del Supergonzález, con lo que perjudican mucho al jefe, como todo el que escribe movido por un complejo sadicoanal. 

Han creado un Felipe meriliano, una Sofía Loren tardía (al principio le llamaron «Nadiusko»), pero los españoles no queríamos ni necesitábamos tanto, sino solamente un político correcto, que es lo que más se aproxima a un político perfecto. Como FG no es correcto en ningún sentido, ni siquiera en el moral, esto se suple con un exceso de atributos que luego, cuando baja las pensiones y sube la gasolina, se desprenden como los de una falla valenciana. No es que FG sea «el hombre sin atributos» de Musil, sino que aspira a tenerlos todos con exceso. Pero eso es un contradiós, y cuando el invento falla, como ahora, se ve a trasflor que ni siquiera Felipe da la talla de González. Hoy por hoy, el presidente no está a la altura de sí mismo. Yo le invito, con amor y respeto, a que siga la lección de Claudia Schiffer: no hay que ser sobrenatural; basta con ser perfecto. Lo mismo en la Moncloa que en los desnudos de Mallorca. Hemos creado entre todos un Supergonzález que ni siquiera vuela, como Supermán. 

Y de ahí los ostiazos que se pega, cuando intenta volar. Pero en este verano de manigua recalentada, en este ferragosto de postrimerías, en que vuelvo donde solía, he aquí que ha amanecido una mujer (la mujer: modelo y medida de todas las cosas), Claudia Schiffer, desnudándose, no para un strip/tease, sino para un curso de geometría, a saber: conquistar el mundo no supone ser extraordinaria, sino, sencillamente, ser perfecta. Ni más ni menos. He aquí la Bien Plantada de 1993, verano. Mejor que de su señora, que dice «jóvenas», aprenda el presidente la lección de Claudia Schiffer. No hay que ser archieuropeo, como proclamaba de sí mismo el provinciano Baroja. Basta con dar correctamente las medidas nacionales. FG no las da. Y Claudia Schiffer, la perfecta, habrá sido en vano.

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