El alma rota de Marilyn

Pasa hasta en las mejores familias. Así puede explicarse la pelea de barrio que estos días protagonizan un monstruo de la literatura, un prestigioso crítico literario y una sólida periodista. Como en toda batalla, cada uno da su versión. Estos son los hechos: Norman Mailer, uno de los más grandes narradores norteamericanos, pasó los últimos siete años escribiendo un libro. Su «magnum opus», según Random House, la editorial. John Simon, otro escritor, hizo la crítica. Rebecca Sinkler, la jefe del prestigioso The New York Times Books Review, el suplemento de libros de este periódico, decidió que fuera Simon quien escribiera la crítica. Hasta aquí, todo parece en orden. 

El problema surge cuando Mailer -quien ya en 1968 decidió que él es el «mejor» escritor de Estados Unidos- se da cuenta de que la crítica de Simon no es tan buena como él quisiera.

Y, con su gigantesco ego herido, el escritor arremete como un auténtico toro enfurecido contra Simon, contra Sinkler, contra el Times, y contra todo lo que se le ponga por delante. «No voy a gastar ni un centavo en teléfono para hablar de un soplagaitas», ruge el viejo Mailer al otro lado del auricular. El escritor estaba el viernes por la tarde en Seattle, Washington, presentando Harlot's Ghost, el libro en cuestión. Publicada en agosto, la obra -1.320 páginas sobre la Agencia Central de Inteligencia- no ha tenido el éxito que él esperaba. 

El domingo pasado, Mailer «gastó» 1.500 palabras en un artículo sin precedentes -en el mismo medio que en septiembre publicó la crítica-. Tras siete semanas de insultos a través de distintas publicaciones, el «león» entró a voces en las oficinas del Times y convenció al subdirector, Joseph Lelyveld, para que le dejara escribir una carta explicando, «à son avis», lo sucedido. Los editores del Times comprobaron con sorpresa que Simon («cuyas facultades como crítico son inferiores a las de cualquiera en esta tierra») había dejado de ser el malo de la película. 

La última culpable, según Mailer, es ahora la jefe del suplemento. «Mailer ve en mí un reflejo de las profesoras feministas que en los años 60 recomendaron a sus alumnas que boicotearan sus libros», explica Sinkler desde su oficina en Times Square. La editora, una tranquila mujer de 54 años, añade: «Se equivoca». Sinkler, al frente del Book Review desde 1984, fue una de las primeras mujeres que ocupó un cargo de responsabilidad en el Times. Escribe Mailer en la carta del domingo: «La única persona que ha de ser herida es Becky (Rebecca) Sinkler. A pesar de ser una buena feminista que controla los valores del género, ha sido pillada colocando el facsímil verbal de un sexista en la espalda de un megalómano supermacho. Bueno, manda a una bestia para vapulear a una bestia -¡a la gente le encanta presenciar un derby de destrucción!»-. Sinkler resta importancia a esta declaración de guerra: «Norman no es el primer ni el último hombre que ve en la mujer la explicación de todos los males. 

Si hay un atasco en la carretera: «Cherchez la femme». Si el hijo es desobediente: «Cherchez la femme». En la misma carta, Mailer insiste en que Sinkler fue doblemente felina porque ella «sabía» antes de elegirlo como crítico de Harlot's... que Simon ya había hecho un análisis muy negativo de otra de sus obras. Estos son extractos de lo que dice Mailer que Simon escribió de su «Marilyn»: «...un trabajo de deseo...un nuevo género llamado masturbación trascendental o metafísicos sueños mojados...Mailer no necesita ni sexo ni comida para ser nauseabundo: lo consigue a base de hipérboles...Esto ya no es escribir mal o pensar mal: es la perfecta locura...» Mailer, el «chico malo» de Brooklyn que no aprendió buenas maneras ni siquiera a su paso por Harvard, añade que Simon también se cebó con su hija Kate. «La única actuación podrida es la de Kate Mailer (la hija de Norman)...», dice Mailer que escribió Simon.

Esta fue la reacción de Mailer: dijo a todos los que conocían a Simon que le transmitieran el siguiente mensaje: no estés en el mismo cuarto que Mailer. Simon («que sólo ha conseguido llegar a ser crítico de teatro de la revista New York y eso a base de hacer la pelota a actrices mediocres como él») dice que todo lo que está ocurriendo es «típicamente Mailer»: el resultado de una búsqueda de la publicidad y del intento de incrementar las ventas del libro. «Quiere justificar sus siete años de trabajo y no sabe cómo hacerlo», afirma Simon, un judío nacido en Yugoslavia, educado en colegios británicos y norteamericano de adopción. «Pero lo que está montando es más propio de un actor de cine que de un novelista serio». Simon recuerda que fue demasiado benevolente en su crítica. 

Al fin y al cabo escribió que «Mailer es un escritor sobresaliente». Sólo añadió que Harlot's Ghost es una novela «arbitraria, desequilibrada, torpe, y que dura más de lo debido».

Comentarios

Entradas populares