El traumatólogo del rey

Su día a día transcurre entre quirófanos y pacientes, entre consultas y un permanente reciclaje profesional para ir siempre un paso por delante en su profesión. Apenas cuatro horas diarias de sueño le bastan a Ángel Villamor (Madrid, 1965) para mantener la actividad desbordante que desarrolla al frente de la madrileña Clínica iQtra, centro de referencia internacional en el tratamiento de las enfermedades del aparato locomotoTal vez por eso uno se le imagine siempre con una radiografía en una mano y con una prótesis en la otra; tal vez por eso resulte sorprendente verle colocarse con soltura un arnés y ponerse a escalar con asombrosa agilidad.

Pero todo tiene su lógica: la pasión por el deporte del doctor Villamor fue el motor que le impulsó a ejercer la traumatología deportiva, especialidad en la que se ha labrado una sólida reputación dentro y fuera de España, y que le ha llevado a reparar las articulaciones de los más afamados motoristas y toreros, además de a miles de enfermos desconocidos. 

Y en la escalada, una afición que le ha aupado a las cimas más destacadas de Picos de Europa, Pirineos, Alpes y Atlas, encuentra numerosas similitudes con su especialidad: "Así como antes de escalar nos documentamos y preparamos minuciosamente la ruta y la vía que seguiremos para saber cada paso que vamos a dar el día del ascenso, también las cirugías las preparo de un modo similaMe despierto de madrugada cada día, y leo y preopero mentalmente cada caso del día siguiente. Reviso las pruebas diagnósticas y repaso la historia, visualizo el abordaje quirúrgico y lo que mi equipo y yo vamos a encontrarnos durante la realización de la operación, preveo las posibles dificultades antes de que ocurran. Al igual que en la escalada, cada cirugía ha sido previamente preparada para intentar minimizar el factor sorpresa al máximo".

Un factor sorpresa cuya sombra siempre está ahí…
Exacto. Debes estar preparado, en la escalada y en la cirugía, para ser capaz de actuar ante un imprevisto. Te has marcado una ruta, pero tienes que tener la habilidad y el conocimiento para, si las cosas se tuercen, cambiarla. Tan importante es procurar tener perfectamente estudiada la ruta, con el material correcto y la preparación necesaria, como ser capaz de manejar lo inesperado.

Habla del material correcto, ¿hasta qué punto es importante?
Siguiendo con el símil, en la escalada el material es muy importante porque le confías tu vida y debes revisar cada pequeña pieza que te acompaña. Así hacemos también con el material quirúrgico con que trabajamos: colaboramos activamente con los laboratorios que investigan y mejoran estos materiales y las prótesis. Por ejemplo, uno de los laboratorios norteamericanos más relevantes del mercado está interesado en que seamos pioneros en el uso de las últimas novedades protésicas.
A usted le gusta abrir nuevas rutas en su especialidad...
Uno no se puede quedar en lo que aprendió en la universidad o en lo que ve con los pacientes. Hay que ir más allá. Con el tiempo, el mejor premio ha sido un crecimiento exponencial en el número de pacientes y habernos convertido en un centro de referencia para ir asumiendo cada vez casos más complejos, de pacientes que te vienen desesperados porque no les dan una solución. Eso te obliga a estar absolutamente al día.

¿Dónde aprende?
Mi maestro, el profesor Vilarrubias, me decía cuando yo estaba haciendo la especialidad: 'Angelito, vete a ver esta técnica a este sitio'. Y yo llegaba con cara de bueno, aprendía, absorbía las técnicas y me las traía casi de espionaje. Y con eso he seguido. A las cuatro de la mañana me levanto y me pongo a estudiar.
¿A las cuatro de la mañana?
Sí, hace tiempo que apenas duermo cuatro horas al día.
Pero, ¿por qué? ¿No es un tanto obsesivo?
Es que a esa hora se me despierta la cabeza y ya no puedo dormiY hubo un día, hace ya bastantes años, en el que decidí saltar de la cama y aprovechar ese momento para, además de preparar las cirugías, leer y ponerme al día. No puedo simplemente ver pacientes, tengo que aprendeY en cuanto leo que alguien hace algo distinto, algo mejor, le llamo para ver si acepta que pase una temporada con él aprendiendo la técnica, el detalle.

Supongo que serán matices, pequeñas cosas…
Claro, esto es una ciencia muy responsable, no es previsible que se produzca un cambio abismal de un día para otro. A lo que vamos es al detalle, a esa pequeña innovación que, como en la escalada, te va a permitir ser exquisito y evitar complicaciones.
Pero en la escalada uno lleva arnés, y en la cirugía no…
Sí lo llevo: la confianza en mi equipo, bien formado y perfectamente coordinado y entrenado. La vasta experiencia de todos estos años nos ha permitido que se establezca una compenetración y apoyo mutuo con los que los casos sencillos lo parecen aún más, y los momentos difíciles de una cirugía los sorteamos unidos, hablando el mismo lenguaje, a veces silencioso y con absoluta seguridad. Ese es mi arnés.
¿Y no le da vértigo cada vez que abre una nueva vía, cada vez que pone en marcha una técnica novedosa?
Da vértigo todos los días, todos, no solo cuando estás ante un caso complejo. Cada día tienes delante un paciente que se te está entregando. Y me gusta siempre hablar con él antes de la cirugía y darle un beso. Es algo que les choca muchísimo. Pero en ese gesto, con el que pretendo darle tranquilidad y cercanía, me conciencio de que me estoy asomando al abismo.
Porque siempre hay una persona detrás de esa articulación enferma…
Es así. El vértigo de cada cirugía es único. Hay que tener una atención constante y conocer al detalle las peculiaridades de esa persona en concreto, porque cada paciente es distinto.

¿Qué es la cosa más rara que ha tenido que hacer?
Es difícil de decir, muy difícil. [Permanece unos segundos en silencio]. He operado a deportistas de élite, he trabajado muchísimo la innovación, he hecho cirugías verdaderamente complejas de pacientes a los que se daba por perdidos… Pero lo más tremendo son las cirugías infantiles, sobre todo por el vértigo que te da el pensar que estás decidiendo la vida que va a llevar ese niño a partir de tu trabajo. Malformaciones congénitas, padres que vienen para ver si tú puedes conseguir que camine… En esos momentos, el beso que les doy es algo verdaderamente especial.
La innovación es el sello de su casa. ¿Le ha granjeado reticencias o celos de otros colegas que, digamos, no están tan al día de las últimas técnicas?
No creo, no creo. Siempre pueden surgir ideas románticas como las de un Galileo perseguido por la Inquisición porque era un visionario… Pero no: estamos en pleno siglo XXI y no creo que haya tantas envidias profesionales que cuestionen la innovación. La comunicación es hoy tan global, tan fácil, que estamos todos con los ojos muy abiertos a los que hacen los demás.

No me diga que no hay algún que otro recelo entre médicos porque los pacientes les piden que les hagan lo mismo que han leído que ha hecho Villamor…
Mira, de verdad, te digo una cosa: en los últimos años, la medicina española se ha ido haciendo más responsable, los profesionales han ido dejando de lado esos, digamos, instintos, y se nos respeta muchísimo en el extranjero. Por ejemplo, el año pasado fui director del Curso Práctico de Cirugía Artroscópica de Cadera de CONMED-Linvatec, celebrado en Fráncfurt (Alemania). Y, en los últimos años, he sido profesor de diversos cursos celebrados en España a los que acuden muchísimos colegas de otros países a aprender de nosotros. Eso demuestra que nos vamos profesionalizando.
Esto es, por tanto, un camino de ida y vuelta: usted viaja allí donde puede aprender, y los demás acuden a usted…
Sin ninguna duda. Vienen a nosotros para que les enseñemos lo que somos capaces de hacer aquí. Tenemos tal volumen de trabajo que nos da una gran seguridad para poder innovar.

Buena parte de esa capacidad de ir más allá, de arriesgar, se la debe a los deportistas, ¿no es así?
Los deportistas profesionales tienen una prisa loca por recuperarse; no se pueden permitir una sola secuela, tienen que rendir al cien por cien. Tú, o yo, nos podríamos quedar con una molestia que no repercutiría en nuestra vida, pero la exigencia en la perfección, en la exquisitez del resultado, hacen que el deportista te anime y asuma el riesgo de aplicar esas pequeñas variaciones, esas innovaciones que te vas trayendo de fuera o que tú mismo vas desarrollando con la investigación y con la experiencia.

Son, por tanto, su banco de pruebas…
Efectivamente. Y ahí está la magia de nuestro equipo: hemos sabido adaptar la práctica que desarrollamos con los deportistas a las cirugías del resto de los pacientes. Así, si veíamos que algo de lo que hacíamos con un motorista lograba que se recuperara más rápido, lo trasladábamos a los demás. Porque lo cierto es que, aun cuando en los primeros años los deportistas eran el grueso de nuestro trabajo, progresivamente nos hemos ido decantando por, podríamos decir, el ciudadano de a pie. Y nos hemos superespecializado en prótesis de rodilla y cadera para artrosis.
Pero a usted se le sigue conociendo en la calle como el traumatólogo de deportistas y toreros… ¿Cómo llegó a ese mundo?
Mi pasión por el deporte me llevó a iniciarme en la traumatología deportiva. En aquel entonces, el único sitio para formarse en esta especialidad era en Barcelona, en Dexeus. Me fui introduciendo en la federación catalana de rugby, de baloncesto, de motociclismo… Y esto me fue llevando a tratar con todos estos pacientes…
Que son los que más se rompen…

Claro, trabajamos mucho en moto e hípica, se rompen muchísimo. La temporada de esquí nos trae muchísimo trabajo. Es una locura.
Para que luego digan que el deporte es salud…
[Risas]. Fuera de bromas, realmente esto es algo que tenemos que cambiar en nuestra mentalidad. El deporte es salud, pero no de por sí: hay que saber practicarlo y elegir cuál es el deporte que va bien para tu físico, para tu edad, para tus aptitudes. Nuestros abuelos no hicieron deporte y parece que nosotros lo hemos descubierto con cierta ingenuidad. Pensamos que es sano sudar como locos, poner el corazón a mil…
Buscar el "yo más"…
Sí, el estar por encima de tus posibilidades, el superarte. Es que no hay que superarse, sino encontrar tu punto y trabajar cómodamente.
Pues como todos nos apliquemos el cuento, se quedará sin trabajo…

Sí, ja, ja, ja. Pero bueno, como te decía, la mayor parte de mis pacientes de ahora no son deportistas, eh.
Pues debe de ser un buen cambio ese de pasar de atender lesiones de deportistas de élite a intentar corregir los estragos del tiempo y de la artrosis…
Ha sido una evolución que hemos ido viviendo. Se trata de ir aplicando las mismas técnicas a una enfermedad como la artrosis, y no solo en la cirugía, sino también en el tratamiento y en la prevención. Son facetas muy diferentes, pero igualmente satisfactorias: es volver a dar la vida a un paciente que no es que vaya a perder su carrera profesional, como ocurriría con un deportista o un torero, pero sí la posibilidad de disfrutar del día a día.

Las expectativas de unos y otros serán diferentes…
Distintas, sí, pero ten muy en cuenta una cosa: ya no estamos tratando con aquel paciente anciano que se conformaba con cualquier cosa. La población va envejeciendo, y lo hace esperando mantener una calidad de vida que les permita conservar sus aptitudes. Antes, el abuelito se quedaba en casa y ya está; hoy, ese paciente quiere seguir activo. Nosotros hemos vivido este momento de cambio en paralelo, y ha sido muy gratificante. Nos hemos exigido estar al día y nuestra gran experiencia nos permite tener seguridad en la innovación. Todo esto es para mí tan excitante como en mis orígenes lo fue la traumatología deportiva.

Doctor, ¿somos muy quejicas?
Hay de todo, hay de todo. Pero hay muchos detalles en los que podemos ayudar para, como dices, ser menos quejicas porque no haya motivos para ello. Tenemos una psicóloga, fisioterapeutas muy bien preparados que conocen al paciente desde antes de la intervención, que entran al quirófano para ver las peculiaridades de cada caso a fin de que el postoperatorio sea lo más relajado posible…

¿Qué es lo que más nos falla, lo que más nos rompemos, lo que más nos duele?
Las articulaciones de carga, las rodillas y caderas, que son las que más se desgastan. Ahí nos hemos especializado.
¿Están mal diseñadas? ¿Dios no hizo bien ese día los deberes?
No, no… Es sencillamente porque cargan con nuestro peso durante toda la vida. Yo creo que todo está muy bien diseñado.

Le voy a preguntar algo que sé que le va a incomodar: ¿es usted el traumatólogo de moda?
Es muy importante en medicina no considerarlo así. Preferiría decir que tal vez ahora soy el más mencionado, el más citado. Pero no me gusta nada pensar que estoy de moda.
Pero, sin duda, ahora mismo está en el escaparate…
Es posible que trates en un momento dado a un paciente más mediático y eso te coloque ahí. Aun así, te hago hincapié en que sigo viajando a ver técnicas y a aprender de otros compañeros, tanto extranjeros como españoles. Seguramente hubo un tiempo, cuando la comunicación no era tan rápida, en el que existían los popes de la medicina. Pero no hoy.

Habla de pacientes mediáticos… y no podemos dejar de citar al Rey. ¿Un plus más a su autoexigencia?
La autoexigencia es siempre la misma, pero sí da un pellizquito especial. Lo que ocurre es que se trata de una persona muy inteligente que sabe manejar y apaciguar esa sensación, de manera que inmediatamente relaja la situación. Todo el equipo le adora, y él adora al equipo. Pero no podemos negar que, al tratarse de alguien tan importante en la vida de todos nosotros, sí puede ser algo vertiginoso. Eso sí, al empezar la cirugía lo conviertes en un paciente y ya está.

Porque sus articulaciones son como las nuestras, ¿no?
[Risas] Sí, más o menos…
Y su sangre no es azul…
Esa es una broma que siempre nos hace cuando le sacamos sangre.

Hábleme del futuro, ¿qué nos espera?
Estamos afinando muchísimo en la prevención. De hecho, nuestra principal actividad no es quirúrgica, sino que la desarrollamos en la consulta enseñando a prevenir y retrasar las enfermedades del aparato locomotor asociadas al envejecimiento: dieta, buena selección de la actividad física…
¿Habrá tratamientos revolucionarios?
Creo que en estos momentos todos estamos muy volcados en la medicina molecular y celulaPor ejemplo, ya en 2006 utilicé un trasplante autólogo de células madre adultas para, por primera vez en España, consolidar una fractura compleja de fémuEs muy importante que esto se haya aplicado a la traumatología, porque, durante décadas, a los traumatólogos se nos consideraba los mecánicos. Estamos hablando del antienvejecimiento, de la fuente de la juventud. Tal vez una quimera, tal vez un ocho mil.

Por más que los medios le hayan puesto en el escaparate como traumatólogo de Don Juan Carlos, al doctor Villamor no le gusta que se le etiquete así. Le ha operado, sí, y lo tiene a honra, también, pero recuerda que "fue un gesto de reconocimiento a todo lo que llevábamos hecho con anterioridad. El hecho de que alguien como él venga a ti con tu currículo en la mano diciendo: 'Quiero que seas tú quien me ayude…' es de un vértigo importante".
En ese currículo que menciona hay numerosos premios y reconocimientos, como la Mención de Honor en los II Premios Best in Class, el hecho de que una técnica quirúrgica diseñada por él en el campo de las prótesis de cadera fuera seleccionada como uno de los mejores trabajos presentados a la Academia Americana de Cirugía Ortopédica, o los premios que esta misma Academia ha concedido al equipo de iQtra.
En diciembre de 2017, el doctor Villamor puso en marcha su blog. Desde entonces, ha recibido más de 500.000 visitas y ha respondido a más de 10.000 preguntas de personas de todo el mundo que, gracias a esta plataforma -que funciona de forma altruista y gratuita, y que no cuenta con ningún apoyo publicitario ni financiero- pueden tener acceso a su experiencia y conocimientos. 

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